Deuda interna y externa del Ecuador:
A inicios de 2020, y como producto de la reforma legal aprobada, el país había simplificado algunos impuestos y reducido sus ingresos. Cuando llegó la pandemia se priorizó el pago de la deuda pero no se contó con recursos para los equipos de protección del personal sanitario y, menos aún, para una política fiscal expansiva o de protección social. El argumento utilizado fue que eso permitiría contar con otros financiamientos que, no obstante, no llegaron hasta abril de 2020.
Lo que sí sucedió fue la renegociación de las emisiones de bonos de deuda externa. La renegociación mejoró el perfil de la deuda ecuatoriana, redujo el cupón promedio de la deuda y aumentó el plazo con un período de gracia. Esto implicó una decisión política a un elevado costo, el de las muertes en
plena pandemia, así como el pago de operaciones especulativas que permitían garantizar el valor del precio de ciertos bonos. Lo más grave son las políticas de ajuste estructural que irán en detrimento de la cohesión social en el país.
La satanización de lo público y su continuo debilitamiento también conspiran frente a una respuesta más eficaz a la pandemia, en una situación de incertidumbre que no se puede resolver con políticas económicas de recorte como las implementadas, que también afectan sobre los ingresos tributarios.
Finalmente, la no atención al sector externo, la salida de capitales y la diferenciación de la deuda interna y externa pueden ser detonantes de una crisis mayor si no se afrontan adecuadamente.
Está por verse si la renegociación permite una sostenibilidad futura de las cuentas fiscales.
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